La revolución árabe tiene cara de mujer

El 2011 fue un año de revueltas populares en contra de las políticas de austeridad y las dictaduras. Terminamos el año con la publicación de este artículo tomado de la revista Correspondencia Internacional N ˚ 31, Noviembre 2011 • Marzo, 2012.

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Por Malena Zetnik

Las calles de Túnez, Egipto, Libia, Siria y hasta de Yemen y Barheim fueron pobladas durante semanas y meses por mujeres. En las protestas callejeras y en las movilizaciones populares contra los regímenes autoritarios de estos países. Ellas han jugado un rol activo, desmintiendo numerosos estereotipos vigentes y dando  un fuerte golpe al patriarcado que las prefiere ignorantes, pasivas y sumisas.

Este nuevo rol de las mujeres debe comprenderse como un capítulo que las hermana con las mujeres de otras generaciones que hace 50 años pelearon junto a los hombres, por ejemplo en la guerra de Argelia, en Palestina o luego en Irán. Lamentablemente, la consolidación de regímenes autoritarios y el avance de sectores conservadores religiosos hicieron caer por tierra los estatutos de igualdad alcanzado por las mujeres.

Pero ahora, en las revoluciones de Túnez y Egipto, las mujeres han tenido desde el comienzo una presencia fuerte y muy visible. No solo estuvieron en la distribución de alimentos, abrigo y ayuda médica; sino que también ocuparon puestos de vigilancia en las protestas, sostuvieron las clínicas de campaña y hasta se enfrentaron cuerpo a cuerpo con la policía. Ellas fueron actores centrales para que la organización de la plaza Tahrir de El Cairo pasara a convertirse en un movimiento clave en Egipto para tirar al dictador Mubarak. Allí también, fundaron comités populares y sindicatos de trabajadoras y trabajadores. A su vez, se destacaron en la distribución de información por medios alternativos como el blog “A tunisian girl” (http://atunisiangirl.blogspot.com/) de una joven estudiante de Túnez, país de la región en el que gozan de una mejor situación desde que en 1956 se equipararon prácticamente los derechos de ambos sexos.

En Bahréin, las mujeres sorprendieron formando una enorme multitud negra –como efecto del tradicional traje que visten, denominado abaya– en las movilizaciones contra la dinastía Al Jalifa. Allí se obliga a hombres y mujeres a desfilar por separado. Pero esta vez, ellas aportaron más fuerza.

En otros países como Libia o Yemen, las mujeres rompieron con varias normas sociales tradicionales y decidieron manifestarse en público y hablar directamente delante de las cámaras de televisión, organizaron la alimentación de las tropas rebeldes y hasta se encargaron de tareas claves para la inteligencia contra Kadafi en Libia. Las mujeres jugaron  y siguen jugando hoy un rol muy importante en la revolución árabe.

Hacia los derechos de las mujeres árabes

La suerte de las mujeres árabes es similar a la de muchas mujeres del mundo donde, sobre la base de argumentos religiosos o tradicionales, se las confina a la pobreza, la marginación social, la ignorancia y la subordinación al mundo de los varones. Por ejemplo, en Egipto, sólo el 25% de las mujeres trabaja fuera de casa y el 42% son analfabetas. El acoso sexual y la compra-venta de mujeres son moneda corriente. Y aunque los reclamos y las consignas planteadas por las mujeres en estas revoluciones no se centraron en sus propios derechos, el hecho mismo de manifestarse en las calles, de gritar sus ideas y hasta de combatir codo a codo con los compañeros varones, desafió siglos de prohibiciones sociales y cánones morales que son sostenedores de los actuales regímenes de opresión y explotación.

Basta señalar uno de los discursos del  presidente de Yémen, Abdallah Saleh, quien cercado por la protesta social, cargó contra las manifestaciones de mujeres y denunció la mezcla en los lugares de movilización en la plaza Tahrir, pretendiendo desprestigiar a las manifestantes y disciplinarlas para que se queden en sus casas.

En el propio Egipto, en las protestas iniciadas el 25 de enero de 2011, muchas de las manifestantes denunciaron los acosos sexuales a los que fueron sometidas por parte de la policía y el ejército. En la gran manifestación del 8 de marzo, tras la represión policial, decenas de mujeres fueron capturadas y trasladadas a un recinto militar para ser desnudadas, golpeadas, inspeccionadas genitalmente y filmadas, con el argumento de “constatar la virginidad”. Con el objetivo de avergonzarlas, humillarlas y hacerlas volver al encierro de sus casas, se permitía a los soldados observar y fotografiar dichas “inspecciones”. La pretensión del depuesto Mubarak era acusarlas de prostitutas al estar acompañadas por hombres en los acampes y con ello poner fin a la contundente presencia femenina en las calles, gran insignia de la revolución en curso.

No obstante, los derechos conquistados por las mujeres están en una encrucijada en este momento. Sin dudas las mujeres lograron nuevos espacios de libertad en los levantamientos, pero luego de los primeros meses de euforia, los intentos de normalizar la situación política también tratan de “normalizar” la situación de las mujeres, aun cuando han caído dictaduras.

En Libia, el nuevo presidente prometió un país con ministras y embajadoras al mismo tiempo que anunció que la nueva base jurídica del país sería la sharía –ley islámica- que entre otras cosas prohíbe a las mujeres desde fumar hasta viajar sin compañía de hombres. En Yemen apenas 11 de los 142 miembros que inicialmente formaron el Consejo Nacional de la Revolución son mujeres. En Egipto aun persiste la amenaza sobre algunos derechos conquistados mediante la lucha durante el gobierno de Mubarak. El sector religioso vinculado a la organización Hermanos musulmanes ya ha anunciado que pretende anular la cuota parlamentaria de mujeres. Por eso, de la fuerza y de la profundización de los procesos iniciados desde finales de 2010 en Medio Oriente y el Magreb depende el ponerle un coto a siglos de opresión y lograr la libertad de las mujeres.

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RECUADRO

Arabia Saudita anuncia que las mujeres votarán en 2015

Como un gran hecho democrático, el rey Abdullah de Arabia Saudita anunció recientemente que por primera vez, las mujeres podrán votar en las elecciones locales –las únicas existentes en el país- y hasta podrán presentarse como candidatas. Eso sí, recién en el año 2015.

Para Estados Unidos, Arabia Saudita es sin dudas uno de los principales aliados de su política  en la región. Sin embargo, el autoinstituido “gendarme de las democracias del mundo” pasa por alto que este país está gobernado por una monarquía con poderes absolutos y que allí rige una estricta interpretación de la Sharía –la ley islámica- que les niega a las mujeres el derecho al voto, entre tantos otros.

Allí, las mujeres no pueden salir solas de sus casas, tienen restringido el derecho al trabajo, no se les permite manejar automóviles, deben usar obligatoriamente vestidos que las cubren de la cabeza a los pies y hasta tienen que ser autorizadas por un hombre para ser intervenidas quirúrgicamente. Y los ecos de la participación femenina en las revoluciones de Medio Oriente comienzan a llegar lentamente. En su discurso ante el Consejo de Shura –una especie de parlamento sin poderes legislativos- el monarca de Arabia Saudita explicó que las mujeres han jugado un papel importante en la historia del Islam, por lo que ahora se les permitirá participar también de ese espacio. Sin embargo, éste es solo uno de los tantos reclamos de las organizaciones feministas y de derechos humanos del país que buscan la igualdad entre mujeres y hombres, horizonte aun muy lejano. Sin ir más lejos, a pocos días del anuncio del monarca, Shaima Jastina, una mujer de 30 años, fue condenada a 10 latigazos por conducir su automóvil -aunque luego se condonó la pena- y otra mujer pasó 9 días en prisión por la misma causa, ambas miembros de la campaña Women2drives inspirada en las movilizaciones democráticas de la región (Reuters, 2011). Aunque su monarca así lo afirma, Arabia Saudita no está blindada a las revueltas.

 

 

 

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