Repudiamos la masacre del pueblo saharaui en el Sahara Occidental

Declaración de la Unidad Internacional de los Trabajadores (Cuarta Internacional)

El pasado 8 de noviembre las tropas marroquíes redujeron a cenizas el campamento saharaui de 7.500 jaimas (tiendas de campaña) de Gdaim Izik, que desde hacía un mes albergaba a más de 20.000 personas, reunidas en las afueras de la ciudad El Aaiún, para protestar contra las condiciones de vida impuestas por las autoridades de ocupación a los habitantes de la República Árabe Saharaui. Reclamaban derecho al trabajo, viviendas y respeto a sus derechos en forma pacífica.

 El asalto militar con armas de guerra, incluyendo helicópteros, contra civiles desarmados, familias completas con sus niños, se realizó con toda alevosía luego de alejar a todos los periodistas internacionales y cortando la red de telefonía celular. Los líderes saharauís hablan de decenas de muertos, más de 4.000 heridos y 2.000 detenidos. Los heridos temen ir a los hospitales porque la ahí hay policías marroquíes. La ciudad de El Aaiún fue ocupada militarmente, los militares marroquíes “están entrando en todas las casas están destruyendo las pertenencias de los saharauis y realmente hay una situación de terror”, denunciaron observadores españoles. Es un nuevo atentado genocida de la monarquía marroquí que desde hace 34 años, en 1976 cuando el dictador español Francisco Franco agonizaba, ocupó el país, un territorio, de 266.000 km 2 y de unos 280.000 habitantes, ubicado en la costa occidental de África, entre Marruecos y Mauritania, en complicidad con la ex potencia colonial, España, y apoyado por los imperialistas de Estados Unidos y Francia. La ocupación militar de Marruecos utilizó la limpieza étnica aterrorizando y obligando al exilio a gran parte de la población que debió internarse en el desierto del Sahara rumbo a Argelia. Hoy hay 170.000 sahauríes viviendo en tiendas de campaña desde hace 34 años en Argelia.

El Sahara occidental tiene una enorme riqueza en fosfatos utilizados para fertilizantes y sus costas albergan uno de los bancos pesqueros más ricos del mundo. Además también se sabe que es muy probable que haya hidrocarburos. Los fosfatos son explotados intensivamente y licencias de pesca fueron concedidas a empresas europeas. Transnacionales españolas (FMC Foret se lleva medio millón de toneladas de fosfatos, Jealsa, comercializa las conservas de pescado Rianxeira y Escuris), francesas y norteamericanas están detrás del saqueo del Sahara occidental en complicidad con la monarquía y los generales marroquíes (a los que las transnacionales suelen regalar acciones y poner en los directorios de sus empresas filiales para que cuiden sus intereses). Los sahauríes han constituido un Estado en el exilio, la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), apoyada por la vecina Argelia, y reconocido por más de 80 países y por la Unión Africana. La RASD ha declarado en 2009 la Zona de Exclusividad Económica de sus aguas y ha denunciado ante la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de la ONU la violación del Derecho Internacional por Marruecos al utilizar y comerciar con los recursos naturales del Sahara Occidental.

Hasta 1991 hubo una guerra de guerrillas encabezada por el Frente Polisario. Ese año se firmó un alto el fuego, bajo supervisión de la ONU, con el compromiso de hacer un referéndum en el cual el pueblo sahaurí pueda resolver sobre su independencia. Sahara occidental es el último territorio africano pendiente de descolonización. La ONU ha reconocido formalmente los derechos del pueblo sahaurí y una resolución 63/102 de la Asamblea General, de diciembre de 2008, señala que, en virtud del estatus de Territorio No Autónomo (es decir, pendiente de descolonización) del Sahara Occidental, es el pueblo saharaui quien tiene el derecho de gestionar y explotar sus recursos naturales, reafirmando que “toda actividad económica o de otro tipo que afecte negativamente a los intereses de los pueblos de los Territorios no autónomos y al ejercicio de su derecho a la libre determinación… es contraria a los propósitos y principios enunciados en la Carta”.

Pero como en tantos conflictos internacionales (por ejemplo Malvinas y Palestina), las resoluciones de la Asamblea General de la ONU son letra muerta cuando las potencias imperialistas están en contra. Hay tropas de la ONU en Sahara Occidental, pero en los hechos su única misión es impedir la rebelión de los sahaurís. Pero no intervienen en hechos como la reciente masacre. Manifestantes sahaurís en territorio ocupado reclamaron, después de la masacre de Gdaim Izik, la retirada de la Misión de Naciones Unidas para la Organización de un Referendo en el Sáhara Occidental y que reconozca su “fracaso”.

Lo ocurrido con el campamento de Gdaim Izik es parte de un régimen de ocupación militar. La práctica de la ocupación es apalear y encarcelar a menores por colgar pequeñas banderas independentistas de los cables de las barriadas; mujeres activistas son violadas o desaparecidas; jóvenes en prisión desde hace 6 años por participar en manifestaciones, torturas, barcas de refugiados volcadas en alta mar… En los territorios ocupados la represión contra cualquiera que manifieste una mínima oposición al estado, o que denuncie ante organismos internacionales la situación, es diaria. El país está militarizado con un muro de 2720 kilómetros en el desierto para que no vuelvan los 170.000 exiliados, con minas antipersonales esparcidas por el desierto sembrando el terror entre los campesinos.

La lucha por la independencia del Sahara Occidental, última colonia africana, se enmarca en un combate internacional por la expulsión de las transnacionales que están saqueando Africa, produciendo guerras internas y genocidios para adueñarse de sus minerales y petróleo, como en la región del Zaire y de los Grandes Lagos, en Somalía, en Nigeria, en un proceso de semicolonización de todo el continente. Estados Unidos tiene convenios militares con Marruecos para instalar ahí sus bases de intervención en Africa.

La UIT-CI convoca a los trabajadores y pueblos a la solidaridad con la lucha del pueblo sahaurí exigiendo el retiro de tropas extranjeras. En particular a los trabajadores españoles, franceses y norteamericanos, cuyos gobiernos y transnacionales de esos países son cómplices directos de la ocupación, al pueblo marroquí que mayoritariamente no se beneficia en nada de la ocupación del pequeño país, sino que por el contrario debe sostener el esfuerzo militarista de la monarquía. Reclamamos a todos los gobiernos, particularmente a los latinoamericanos, la ruptura con el reino de Marruecos hasta que retire sus tropas de ocupación, y el reconocimiento pleno a la República Arabe Sahaurí Democrática. Reclamamos el inmediato cese de la represión, liberación de los presos y retirada del ejército marroquí y tropas de la ONU, así como de todas las transnacionales que están saqueando las riquezas naturales, para el pueblo sahaurí pueda determinar libremente su futuro en base a su derecho a la independencia nacional.

Unidad Internacional de Trabajadores (Cuarta Internacional)

15 Noviembre 2010